Bye bye, Yellow Submarine...
Desaprender para aprender mejores formas de hacer la vida; dejar ir a las personas que solo llegaron a brillar algunas noches; pintar paredes que habían sido icónicas hasta hoy para darle paso a algo nuevo, tentativamente mejor. Así amanecimos hoy, 17 de febrero 2024, con una pared color azul océano, lisa y sin adornos, en lugar del gran submarino amarillo que nos había acompañado hasta hoy y desde hace casi 3 años.
Y no es que sea una eterna disconforme y que ningún chiquihuite me acomode, más bien es que me gusta andar, moverme, evolucionar. Ese gran mural del océano con el submarino amarillo en la recepción me gustó mucho -muchísimo- en un inicio, era como entrar en un mundo de fantasía cuando en realidad era un consultorio médico. Los chiquitillos se fascinaban, entraban de buen humor y dispuestos a hacer eso que yo llamo “trabajar” y ellos le dicen “jugar”; y los adultos siempre -invariablemente- me preguntaban… “¿Sí es aquí el consultorio de la Dra. Noemí? ¿No me equivoqué? ¿Que acaso esto no es de pediatría?” pero igual se dejaban llevar y entraban felices…
Pero luego, después de verlo y verlo y verlo me empezó a dar la sensación de que más que un consultorio era un pre-escolar, una marisquería, un lugar demasiado chirimisqueado… me saturó la vista, el alma. Y entonces decidimos el cambio… bueno, decidí, porque aunque me quiera quitar tantita responsabilidad (por si al final resulta una mala decisión) la batuta en esta ocasión la traigo yo. Mi gran culpa o mi gran acierto: eso será esta remodelación, la shaineada de nuestro gran y amado Yellow Submarine.
Viene algo bonito, muy bonito. Más maduro, más consolidado, mas grande…
Algo ad hoc para el equipo que ahora somos: ¡¡¡CORTI!!!